Título de la lección Nº 13 "Restauración"


A-1 (domingo)
Mat. 25:21 "...sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor."

Muchos desean la recompensa y la victoria finales que han de ser concedidas a los vencedores, pero no están dispuestos a soportar los trabajos, las privaciones y la abnegación como lo hizo su Redentor. (Consejos sobre el régimen alimenticio, p. 69, EGW)

Jesús desea que los que trabajan en su servicio no estén ansiosos por recibir recompensas, ni que sientan que deben recibir una compensación por todo lo que hacen. El Señor quiere que nuestras mentes se encaucen por un conducto diferente, porque él no ve en la forma como el hombre ve. (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 353, EGW)

Cristo contempla a su pueblo en su pureza y perfección como una recompensa de todos sus sufrimientos, su humillación y su amor, y el suplemento de su gloria: Cristo el gran centro, del cual irradia toda gloria. (Matutina Dios nos cuida, 17 abril, EGW)

Es la recompensa de los obreros de Cristo entrar en su gozo. Ese gozo, que Cristo mismo espera con ansias, se presenta en el pedido que hace a su Padre: "Aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo" (Juan 17:24) (Id, 22 nov)

No es el temor al castigo, o la esperanza de la recompensa eterna, lo que induce a los discípulos de Cristo a seguirle. Contemplan el amor incomparable del Salvador, revelado en su peregrinación en la tierra, desde el pesebre de Belén hasta la cruz del Calvario, y la visión del Salvador atrae, enternece y subyuga el alma. El amor se despierta en el corazón de los que lo contemplan. Ellos oyen su voz, y le siguen. (El Deseado, p. 446, EGW)

A-2
He aquí un ejemplo de la obra de Dios en un corazón como el nuestro, despojándolo de todo egoísmo, y manifestando así ese amor (ágape) que está dispuesto a darse por completo, incluso a riesgo de perderse uno mismo. El amor a Dios, manifestado al amar al pueblo pecador, era el objetivo y recompensa de este siervo transformado. Los bienes venideros, al compararlos con el honor de Dios ante el mundo y ante el universo, quedaron para Moisés en segundo plano. ¿Seríamos capaces de continuar sirviendo al Maestro, sin la esperanza de gozar de las mansiones celestiales? ¿Seríamos capaces de perderlo todo por amor a los pecadores, incluso perdernos nosotros? ¿Qué nos motiva realmente? Necesitamos ahora el amor (ágape) de Jesús, es su amor, y nos lo da. Él lo manifestó, (Mat. 26:39; 27:46; Luc. 23:34; Fil. 2:5-8; Joyas de los Testimonios, T1, p. 226,227. "En el Abismo", EGW), Moisés lo manifestó, (Éx. 32:31,32; Patriarcas y Profetas, p. 337, EGW); también Esteban, (Hech 7:55-60), y Pablo, (Rom. 9:1-3). Ahora la pregunta es para ti y para mí: ¿Y nosotros? ¿podemos también...? Respuesta: Heb. 12:2,3; 13:20, 21; Col. 1:26-29. (D.A.)

B-1 (lunes)
Efe. 3:6 "...los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio."

Las palabras dichas a Jesús a orillas del Jordán: "Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento," abarcan a toda la humanidad. Dios habló a Jesús como a nuestro representante. No obstante todos nuestros pecados y debilidades, no somos desechados como inútiles. Él "nos hizo aceptos en el Amado" (Efe. 1:6). La gloria que descansó sobre Jesús es una prenda del amor de Dios hacia nosotros. Nos habla del poder de la oración, de cómo la voz humana puede llegar al oído de Dios, y ser aceptadas nuestras peticiones en los atrios celestiales. Por el pecado, la tierra quedó separada del cielo y enajenada de su comunión; pero Jesús la ha relacionado otra vez con la esfera de gloria. Su amor rodeó al hombre, y alcanzó el cielo más elevado. (El Deseado, p. 87, EGW)

B-2
"Dios ha traído la salvación a todos los hombres, y la ha dado a cada uno de ellos; pero desgraciadamente, la mayoría la desprecia y desecha. El juicio revelará el hecho de que a cada ser humano se le dio la plena salvación, y también que todo perdido lo fue por rechazar deliberadamente el derecho de primogenitura que se le dio como posesión" (Waggoner, Las Buenas Nuevas, Gálatas versículo a versículo, p. 27)

"Alguno dirá irreflexivamente: 'Eso me tranquiliza: por lo que respecta a la ley, puedo hacer lo que quiera, puesto que todos fuimos redimidos'. Es cierto que todos fueron redimidos, pero no todos han aceptado la redención. Muchos dicen de Cristo: ‘no queremos que este hombre reine sobre nosotros’, y alejan de ellos la bendición de Dios. Pero la redención es para todos. Todos han sido comprados con la preciosa sangre –la vida– de Cristo, y todos pueden, si así lo quieren, ser librados del pecado y de la muerte" (Id, p. 51).

C-1 (martes)
Apoc. 18:1 "Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada por su gloria."

La gran obra de evangelización no terminará con menor manifestación del poder divino que la que señaló el principio de ella. Las profecías que se cumplieron en tiempo de la efusión de la lluvia temprana, al principio del ministerio evangélico, deben volverse a cumplir en tiempo de la lluvia tardía, al fin de dicho ministerio. Esos son los "tiempos de refrigerio" en que pensaba el apóstol Pedro cuando dijo: "Así que, arrepentios y convertios, para que sean borrados vuestros pecados; pues que vendrán los tiempos del refrigerio de la presencia del Señor, y enviará a Jesucristo." (Hech. 3:19, 20)

Vendrán siervos de Dios con semblantes iluminados y resplandecientes de santa consagración, y se apresurarán de lugar en lugar para proclamar el mensaje celestial. Miles de voces predicarán el mensaje por toda la tierra...

El mensaje no será llevado adelante tanto con argumentos como por medio de la convicción profunda inspirada por el Espíritu de Dios. Los argumentos ya fueron presentados. Sembrada está la semilla, y brotará y dará frutos. Las publicaciones distribuidas por los misioneros han ejercido su influencia; sin embargo, muchos cuyo espíritu fue impresionado han sido impedidos de entender la verdad por completo o de obedecerla. Pero entonces los rayos de luz penetrarán por todas partes, la verdad aparecerá en toda su claridad, y los sinceros hijos de Dios romperán las ligaduras que los tenían sujetos. Los lazos de familia y las relaciones de la iglesia serán impotentes para detenerlos. La verdad les será más preciosa que cualquier otra cosa. A pesar de los poderes coligados contra la verdad, un sinnúmero de personas se alistará en las filas del Señor. (El Conflicto, p. 669, 670, EGW)

C-2
¿POR QUÉ NO ESTAMOS ALUMBRANDO A TODA LA TIERRA CON EL CONOCIMIENTO DE LA GLORIA DE JEHOVÁ?

La Escritura está repleta con profecías de la diseminación mundial de la verdad en su pureza evangélica. "Porque la tierra será llena de conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren la mar" (Hab. 2:14). "Saldrán de Jerusalem aguas vivas" (Zac. 14:8). "Levántate, resplandece; que ha venido tu lumbre, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad los pueblos: mas sobre ti nacerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las gentes a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento" (Isa. 60:1-3). Y será en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; y vuestros mancebos verán visiones, y vuestros viejos soñarán sueños: y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu" (Hech. 2:17 y 18). "Y después de estas cosas vi otro ángel descender del cielo teniendo grande potencia; y la tierra fue alumbrada de su gloria" (Apoc. 18:1).

¿Hay alguien preocupado porque nuestras campañas y publicaciones no hayan cumplido esas profecías, hasta el día de hoy? ¿Se puede decir honestamente que nuestro mensaje esté conmoviendo al mundo, o ni tan sólo despertando ninguna oposición significativa, como fue el caso en los días de los apóstoles?

¿Es papel de mejor calidad lo que necesitan nuestras publicaciones? ¿es mejorar la fotocomposición e ilustraciones? ¿Es simplemente más dinero, más psicología, más música, mayor refinamiento profesional lo que necesitan nuestras campañas evangelísticas?

¿O bien tenemos un problema con el contenido del mensaje, con la proclamación de la verdad misma del evangelio? Nuestro Señor dice que somos "pobres", mientras que nos creemos "ricos" en cuanto a nuestra comprensión y proclamación del "mensaje del tercer ángel en verdad", la pura verdad del evangelio que no ha sido claramente comprendida "desde los días de Pentecostés" (Fundamentals of Christian Education, p. 473).

Nos hemos cansado de repetir que "necesitamos el Espíritu Santo". Por supuesto que lo necesitamos, pero la recepción e inspiración del Espíritu Santo no es una cuestión de magia o buena suerte. El evangelio de Cristo "es potencia de Dios para salud" (Rom. 1:16), y ese poder no reside en la fantasía emocional sino en la verdad, "la verdad del evangelio" (Gál. 2:14).

"Tenemos la verdad", es nuestro sentimiento universal. ‘Está sonando la música adecuada. Necesitamos quizá un cierto "énfasis" que eleve el volumen un poco’. Muchos que hablan de la justicia por la fe se refieren a ella como a nuestra orgullosa posesión, y nuestra proclamación de ella como un mero asunto de "énfasis", algo así como la necesidad de subir eventualmente el control de volumen.

Pero la verdad del evangelio no tiene nada que ver con un "énfasis" tal. El mismo uso del término denuncia una ignorancia en cuanto a lo que es el evangelio. ¿Quién se atrevería a decir que lo que predicaron los apóstoles era una mera "reenfatización" del judaísmo? Nunca, en ningún lugar, usó E. White los términos "énfasis" o "enfatización" en relación con el mensaje de la justicia de Cristo de 1888, como si se tratase de un asunto de ajustar el debido equilibrio homilético. La justicia por la fe es una verdad vital, palpitante, explosiva, y Dios no ha dado al hombre ningún control de volumen para "enfatizarla", destacarla o apagarla. O se tiene o no se tiene; y si se tiene, se revoluciona al mundo (Hech. 17:6). Nada menos que eso.

Y si no estamos "trastornando" al mundo, lo único que podemos hacer es confesar que el Testigo fiel y verdadero tiene razón. Somos cuitados y pobres, aunque hemos confiado en la patética suposición de que somos ricos. Hasta que el "ángel" lo reconozca y lo confiese, no puede darse la voluntad para aplicar los remedios que el Testigo fiel y verdadero nos propone. (R.J. Wieland, He aquí, yo estoy a la puerta y llamo, p. 44-45)

D-1 (miércoles y jueves)
Apoc. 7:17 "...el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos."

Con amor inexpresable, Jesús admite a sus fieles "en el gozo de su Señor." El Salvador se regocija al ver en el reino de gloria las almas que fueron salvadas por su agonía y humillación. Y los redimidos participarán de este gozo, al contemplar entre los bienvenidos a aquellos a quienes ganaron para Cristo por sus oraciones, sus trabajos y sacrificios de amor. Al reunirse en torno del gran trono blanco, indecible alegría llenará sus corazones cuando noten a aquellos a quienes han conquistado para Cristo, y vean que uno ganó a otros, y éstos a otros más, para ser todos llevados al puerto de descanso donde depositarán sus coronas a los pies de Jesús y le alabarán durante los siglos sin fin de la eternidad.

Cuando se da la bienvenida a los redimidos en la ciudad de Dios, un grito triunfante de admiración llena los aires. Los dos Adanes están a punto de encontrarse. El Hijo de Dios está en pie con los brazos extendidos para recibir al padre de nuestra raza al ser que él creó, que pecó contra su Hacedor, y por cuyo pecado el Salvador lleva las señales de la crucifixión. Al distinguir Adán las cruentas señales de los clavos, no se echa en los brazos de su Señor, sino que se prosterna humildemente a sus pies, exclamando: "¡Digno, digno es el Cordero que fue inmolado!" El Salvador lo levanta con ternura, y le invita a contemplar nuevamente la morada edénica de la cual ha estado desterrado por tanto tiempo...

Se echará de ver que Aquel cuya sabiduría es infinita no hubiera podido idear otro plan para salvarnos que el del sacrificio de su Hijo. La compensación de este sacrificio es la dicha de poblar la tierra con seres rescatados, santos, felices e inmortales. El resultado de la lucha del Salvador contra las potestades de las tinieblas es la dicha de los redimidos, la cual contribuirá a la gloria de Dios por toda la eternidad. Y tal es el valor del alma, que el Padre está satisfecho con el precio pagado; y Cristo mismo, al considerar los resultados de su gran sacrificio, no lo está menos. (El Conflicto, p. 705, 710, EGW)

D-2
Cristo hizo su obra desde lo antiguo.

"‘Nos hizo aceptos en el Amado’ (Efe. 1:6). ¿Cuándo fue eso? [Congregación: ‘Antes de la fundación del mundo’]. Lo hizo todo antes de que tuviésemos la menor oportunidad de hacer nada –mucho antes de que naciéramos–, antes que el mundo fuese creado. ¿No veis como es el Señor quien obra, a fin de que podamos ser salvos y podamos tenerlo a Él?

Por lo tanto, podemos estar seguros de que nos escogió. Él afirma que es así. Podemos estar seguros de que nos predestinó a la adopción de hijos. Podemos estar seguros de todas estas cosas, pues es Dios quien las declara, y así han de ser. ¿No se trata acaso de un inmenso festín? (Jones, General Conference Bulletin, 1893, sermón nº 17, selección)

"Todos los que estaban en el mundo estaban incluidos en Adán; y todos los que están en el mundo están incluidos en Cristo. Dicho de otro modo: Adán, con su pecado, afectó a todo el mundo; Jesucristo, el segundo Adán, afecta en su justicia a toda la humanidad...

Encontramos aquí a otro Adán. ¿Afecta a tantos como afectó el primer Adán? Esa es la cuestión... Ciertamente lo que hizo el segundo Adán afecta a todos los que resultaron afectados por lo que hizo el primero...

El asunto es: ¿Afecta la justicia del segundo Adán a tantos como afectó el pecado del primer Adán? Examinadlo detenidamente. Totalmente al margen de nuestro consentimiento, sin nada que ver con él, estuvimos incorporados al primer Adán; estábamos allí...

Jesucristo, el segundo hombre, tomó nuestra naturaleza pecaminosa. Nos tocó "en todo". Se hizo nosotros y murió la muerte. Así, en Él y en ello, todo hombre que haya poblado la tierra y que estuviera implicado en el primer Adán, está igualmente implicado en esto, y volverá a vivir. Habrá una resurrección de los muertos, tanto de justos como de injustos. Toda alma se levantará –por virtud del segundo Adán– de la muerte que el primero trajo. (N.T. Ver 1 Cor. 15:22; Hech. 24:15; Juan 5:28 y 29; El Conflicto, p. 599).

Siendo Cristo quien nos ha liberado del pecado y la muerte que vinieron sobre nosotros por el primer Adán, esa liberación es para todo hombre, y cada uno puede poseerla si así lo elige.

El Señor no obligará a nadie a aceptarla... Nadie sufrirá la segunda muerte sin haber escogido el pecado en lugar de la justicia, la muerte en lugar de la vida" (Jones, General Conference Bulletin 1895, 268, 269).

Uno puede rechazar su compromiso con Cristo, que deriva del compromiso que Cristo contrajo con él. Dios respeta, con gran dolor, el rechazo de su amor. En eso consiste su "venganza". (Fred Bischoff, Observaciones sobre el Informe del Comité para la Primacía del Evangelio)

(Selección, D.A.)