Lección Nº10  "Visión tres: La Plomada"


A-1 (domingo, lunes y martes)
Jer. 23:29 "¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?"
Sal. 94:14-15 "Porque no abandonará Jehová a su pueblo, ni desamparará su heredad, sino que el juicio será dado en justicia, y en pos de ella irán todos los rectos de corazón."

El divino Artífice dedica poco tiempo a material sin valor. Solamente pule las joyas preciosas para que sean dignas de un palacio. Con el martillo y el cincel elimina los bordes ásperos, preparándonos para ocupar un lugar en el templo de Dios. El proceso es severo y doloroso. Lastima el orgullo humano. Cristo corta profundamente en la experiencia que el hombre, en su autosuficiencia, considera como completa, y elimina el enaltecimiento propio del carácter. Quita las superficies excedentes, y aplicando la piedra a la rueda esmeril, la presiona a fin de que toda aspereza sea desgastada. Entonces, sosteniendo la joya ante la luz, el Maestro contempla en ella un reflejo de su propia imagen y la declara digna de un lugar en su templo.

¡Bienaventurada sea la experiencia, aunque severa, que da nuevo valor a la piedra, capacitándola para brillar con un resplandor viviente!

El lustre de las joyas de Cristo depende del pulido que reciban. Dios no nos obliga a ser pulidos. Se nos deja en libertad de elegir ser pulidos o permanecer sin pulir. Pero todo el que sea declarado digno de un lugar en el templo de Dios debe someterse al proceso del pulimiento. Debe dar su consentimiento para que se corten los bordes ásperos de su carácter, a fin de que pueda ser simétrico y hermoso, idóneo para representar la perfección del carácter de Cristo. (Alza tus ojos, 24 diciembre, EGW)

Los que tienen defectos de carácter, conducta, hábitos y prácticas, deben escuchar los consejos y reproches. Este mundo es el taller de Dios, y cada piedra que pueda utilizarse en el templo celestial debe ser cortada y pulida hasta que se convierta en una piedra probada y preciosa, apta para ocupar su lugar en el edificio del Señor. Pero si rehusamos ser enseñados y disciplinados, seremos como piedras que no serán cortadas y pulidas, y que son desechadas como inútiles.

Es posible que sea necesario realizar mucho trabajo en la formación de su carácter, y que Ud. sea una piedra tosca que debe ser cortada en perfecta escuadra y pulida antes que pueda ocupar un lugar en el templo de Dios. No necesita sorprenderse si con martillo y cincel Dios corta las aristas agudas de su carácter, hasta que Ud. esté preparado para ocupar el lugar que él le reserva. Ningún ser humano puede realizar esta obra. Únicamente Dios puede hacerla. Y tenga Ud. la seguridad de que no asestará él un solo golpe inútil. Da cada uno de sus golpes con amor, para su felicidad eterna. Conoce sus flaquezas y obra para curar y no para destruir. (Conducción del niño, p. 154, EGW)

No es Dios quien ciega los ojos de los hombres y endurece su corazón. Él les manda luz para corregir sus errores, y conducirlos por sendas seguras; es por el rechazamiento de esta luz como los ojos se ciegan y el corazón se endurece. Con frecuencia, esto se realiza gradual y casi imperceptiblemente. Viene luz al alma por la Palabra de Dios, por sus siervos, o por la intervención directa de su Espíritu; pero cuando un rayo de luz es despreciado, se produce un embotamiento parcial de las percepciones espirituales, y se discierne menos claramente la segunda revelación de la luz. Así aumentan las tinieblas, hasta que anochece en el alma...

"Son peores las cosas últimas del tal hombre que las primeras: así también --dijo Jesús-- acontecerá a esta generación mala." (Mat. 12:45). Nadie se endurece tanto como aquellos que han despreciado la invitación de la misericordia y mostrado aversión al Espíritu de gracia. La manifestación más común del pecado contra el Espíritu Santo consiste en despreciar persistentemente la invitación del Cielo a arrepentirse. Cada paso dado hacia el rechazamiento de Cristo, es un paso hacia el rechazamiento de la salvación y hacia el pecado contra el Espíritu Santo.

Al rechazar a Cristo, el pueblo judío cometió el pecado imperdonable, y desoyendo la invitación de la misericordia, podemos cometer el mismo error. Insultamos al Príncipe de la vida, y le avergonzamos delante de la sinagoga de Satanás y ante el universo celestial cuando nos negamos a escuchar a sus mensajeros, escuchando en su lugar a los agentes de Satanás que quisieran apartar de Cristo nuestra alma. Mientras uno hace esto, no puede hallar esperanza ni perdón y perderá finalmente todo deseo de reconciliarse con Dios. (El Deseado, p. 289,291,292, EGW)

Puesto que somos pecadores y malos, no podemos obedecer perfectamente una ley santa. No tenemos por nosotros mismos justicia con que cumplir lo que la ley de Dios demanda. Mas Cristo nos ha preparado una vía de escape. Vivió sobre la tierra en medio de pruebas y tentaciones tales como las que nosotros tenemos que arrostrar. Sin embargo, su vida fue impecable. Murió por nosotros y ahora ofrece quitarnos nuestros pecados y vestirnos de su justicia. Si os entregáis a él y lo aceptáis como vuestro Salvador, por pecaminosa que haya sido vuestra vida, seréis contados entre los justos por consideración a él. El carácter de Cristo toma el lugar del vuestro, y vosotros sois aceptados por Dios como si no hubierais pecado.

Más aún, Cristo cambia el corazón. Habita en vuestro corazón por la fe. Debéis mantener esta comunión con Cristo por la fe y la sumisión continua de vuestra voluntad a él; mientras hagáis esto, él obrará en vosotros para que queráis y hagáis conforme a su voluntad. Así podréis decir: "Aquella vida que ahora vivo en la carne, la vivo por la fe en el Hijo de Dios, el cual me amó, y se dio a sí mismo por mí" (Gál. 2:20). Así dijo Jesús a sus discípulos: "No sois vosotros quienes habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros" (Mat. 10:20). De modo que si Cristo obra en vosotros, manifestaréis el mismo espíritu y haréis las mismas obras: obras de justicia y obediencia.

Así pues no hay nada en nosotros mismos de que jactarnos. No tenemos motivo para ensalzarnos. El único fundamento de nuestra esperanza es la justicia de Cristo imputada a nosotros y la que produce su Espíritu obrando en nosotros y por nosotros. (El camino a Cristo, cap. "Cómo lograr una magnífica renovación" EGW)

A-2
Alguien oró una vez así: 'Señor, muéstrame lo peor de mi condición'. En relación con esa evaluación final, la Biblia divide a las personas en dos categorías: "Los pecados de algunos se descubren claramente antes de haber ido a juicio: en cambio, los de otros sólo aparecen después" (1 Tim. 5:24).

Revisemos la enseñanza bíblica:

(1) "todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Rom. 3:23).
(2) El juicio final tendrá que ver con lo que cada uno haya hecho; con sus pecados (2 Cor. 5:10).
(3) Cada uno aparecerá ante el mundo y el universo en ese juicio, de una de estas dos maneras: vestido o desnudo (Apoc. 16:15).
(4) Desdichados aquellos cuyos pecados aparezcan "después". Serán como minas explosivas que aflorarán, trayendo oprobio y vergüenza que los sobrecoja en aquel gran día (Daniel 12:2 describe a algunos que resucitarán "para vergüenza y confusión eterna").
(5) Por consiguiente, si nuestros pecados pueden ser "claramente descubiertos" ANTES que sea demasiado tarde, se trata de inmejorables nuevas.
(6) Podemos ser librados de esa terrible "confusión de rostro" (Daniel 9:8) si tenemos el privilegio de enfrentar nuestra realidad ahora.
(7) Esa es precisamente la bendita obra del Espíritu Santo, el único y auténtico Vicario de Cristo, cuya primera función es convencer al mundo de pecado, en preparación para el juicio (Juan 16:8).

"Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él". Sí, "todas las mañanas", "porque el Señor reprende al que ama, y azota a todo el que recibe por hijo" (Heb. 12:5 y 6; Sal. 73:14). (R.J. Wieland)

"Cuando [el Testigo fiel y verdadero] viene y os habla a vosotros y a mí, es porque quiere trasladarnos; pero no puede trasladar el pecado ¿comprendéis? Por lo tanto, su único propósito al mostrarnos las dimensiones del pecado, es el poder salvarnos de él y trasladarnos" (Jones, General Conference Bulletin, 1893, p. 205).

"Satanás acusa ahora a Dios de injusticia e indiferencia, incluso de crueldad. Miles de personas han dado eco a la acusación. Pero el juicio declarará la justicia de Dios. Su carácter, tanto como el del hombre, está en tela de juicio. En el juicio, todo acto –de Dios y de los hombres– realizado desde la creación, será visto de todos en su auténtico significado. Y cuando todo se vea en esa perfecta luz, Dios será absuelto de toda acusación, incluso por sus enemigos" (Waggoner, Signs of the Times, 9 enero 1896).

La gran "maquinaria" celestial está especialmente dedicada a la salvación de los pecadores, no a su condenación (Juan 3:17). Muchos se sorprenden al conocer que el Padre ha rehusado juzgar a nadie, y que ha dado todo el juicio al Hijo (Juan 5:22). El texto dice que declina toda obra de juicio por haberla puesto en manos de Cristo, puesto que éste es el Hijo del hombre. Así, puedes estar seguro de que el Padre jamás te condenará.

La misma seguridad puedes tener de que Cristo tampoco va a condenarte. Él dijo que rehusaba juzgar a nadie, en el sentido de condenarlo. El único juicio que pronunciará es el de vindicación, de absolución, para aquellos que aprecian su cruz: "Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo" (Juan 12:47).

Por consiguiente, todo aquel que sea finalmente condenado, lo será por su propio juicio incriminatorio, en razón de no haber creído al evangelio: "El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el último día" (vers. 48).

La "ira" de la que el Señor quiere salvarnos, no es la "ira de Dios". La traducción interlineal de F. Lacueva, en Romanos 5:9, es: "seremos salvos mediante él [Cristo] de la ira". Dios quiere ahorrarnos la terrible experiencia, en el día del juicio final, de nuestra propia ira, de aborrecernos a nosotros mismos por haber desperdiciado una vida en la búsqueda egoísta de nuestros intereses, por las oportunidades rechazadas, y por habernos entregado a una rebelión enteramente injustificada contra su gracia.  (R.J. Wieland)

B-1 (miércoles)
Jer. 17:5 "Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre..."

Ha habido una gran pérdida, debido a que nuestros pastores y nuestro pueblo han llegado a la conclusión de que ya hemos recibido toda la verdad que nos era esencial como pueblo; pero una conclusión tal es errónea, y armoniza con los engaños de Satanás, ya que la verdad se estará desplegando constantemente.

Se debe ejercer el máximo cuidado, no sea que despreciemos el Espíritu de Dios al tratar con indiferencia y desdén al mensajero y mensajes que Dios envía a su pueblo, y rechacemos así la luz, debido a que nuestros corazones no están en armonía con él. Cuando se recibe verdaderamente el cristianismo, transformará siempre el corazón y moldeará el carácter. Que aquellos que se tienen por dignos de exponer la palabra de Dios, aquellos a quienes ha sido encomendado el cuidado del rebaño de Dios, como hombres humildes y sabios, abran sus Biblias con corazones llenos de gratitud y estudien sus preciosas declaraciones. El mensajero de Dios no solamente debe estudiar las Escrituras, sino que debe urgir a la gente a estudiar igualmente la palabra de verdad. (Sings of the times, 26-3-1890, EGW)

Si los mensajeros, tras haber permanecido valientemente por la verdad durante un tiempo, cayeran bajo la tentación y deshonraran a Aquel que les había encomendado su obra, ¿probaría eso que el mensaje no era verdadero? No... El pecado de la parte de los mensajeros de Dios haría alegrar a Satanás, y quienes rechazaron mensaje y mensajeros, triunfarían. Pero eso en ningún modo exculparía a los responsables del rechazo del mensaje de Dios. (Carta O-19, 1892,  EGW)

En la Palabra de Dios hay grandes verdades que han permanecido sin ser vistas ni oídas desde el día de Pentecostés, que deben brillar en su pureza primitiva. El Espíritu Santo revelará a aquellos que aman verdaderamente a Dios, verdades que se han eclipsado de la mente, y revelará también verdades que son enteramente nuevas. (Fundamentals of Christian Education, p. 473, EGW)

B-2
Los mensajeros van y vienen, pero el mensaje permanece. El mensaje siempre es más grande que los mensajeros. Tenemos el eterno tesoro de la verdad en vasijas de barro. Sin embargo, nuestra actitud hacia el mensaje va paralela a la que adoptamos ante los mensajeros. Dios ha condescendido siempre a hablar mediante humanos falibles. Debemos identificarnos con esa condescendencia, a fin de captar el mensaje dado, incluso en el caso de que provenga de la boca de una asna (Núm. 22:27-33). [Hablando en relación con el mensaje de La justicia de Cristo de 1888, se dice que...] El mensaje en cuestión contiene verdad "de importancia inmensa, que llega hasta el cielo y se extiende hasta la eternidad". Es el mensaje que ha de preparar a un pueblo para resistir en el día del Señor. Eso sólo puede comprenderse cuando el estudio va más allá de los conceptos, y se traslada a la experiencia. El peligro es doble: Podemos rechazar las verdades mismas. Pero, habiendo asentido a las verdades, podemos mantenerlas en el atrio exterior. En ambos casos, la preparación resulta malograda. (F.Bischoff)

En Hechos 18:24 y 25, leemos que Apolos era "varón elocuente, poderoso en las Escrituras… instruido en el camino del Señor; y ferviente de espíritu", que enseñaba "diligentemente las cosas que son del Señor". ¿Te gustaría que el registro sagrado dijese eso de ti?... Después de eso, ¿cómo te sentirías si viniese alguien intentando instruirte "más particularmente en el camino de Dios"? (vers. 26).

Apolos era un auténtico hombre de Dios. No cabe una descripción más positiva de su ministerio: elocuente, instruido, diligente, poderoso y ferviente. Pero ¿cómo reaccionará cuando Dios le tenga que proporcionar más luz mediante Priscila y Aquila (el equivalente a lo que hoy consideraríamos como dos simples laicos desprovistos de credenciales académicas)? ¿Cómo reaccionarías tú?...

Imagínate cómo se sentiría tu Salvador si quisiese proporcionarte más luz, si quisiese prepararte para un gran avance de su obra, y tú que lo aceptaste gustoso hace años, tú que eres su representante, que eres "elocuente, instruido, diligente, poderoso y ferviente" decidieses ahora rechazarlo en esa luz que él envía, y que resulta nueva para ti, por razones similares a las que llevaron a los Judíos a rechazar a Cristo mismo. ¡Tú que te quedas perplejo cuando presentas la verdad bíblica a otros, y en lugar de aceptarla, manifiestan indiferencia y rechazo porque su dirigente espiritual les ha advertido contra personas como tú, y contra verdades como esas!...

Dios quiere saber –quiere que sepas– si sigues teniendo esa saludable disposición que te llevó a no consultar con tu sacerdote, pastor, o profesor, al serte presentada la verdad, sino a ser fiel a tu conciencia ante la evidencia bíblica de la verdad. Quiere saber si sigues teniendo esa maravillosa disposición que te llevó a decir ¡Amén!, y que permitió que recibieses la verdad, y a Cristo en ella. Quiere saber si las preguntas, reservas y argumentos que ahora controlan tu abordaje a la verdad, te habrían permitido aceptar al Nazareno en caso de haber vivido hace dos mil años, o bien si constituyen el tipo de mentalidad que te habría llevado a quedarte con "la ley" de Moisés como "buen" israelita.

Dios sabe que necesitas toda la luz que Él quiere darte, y no solamente aquella que tuviste. También sabe si nuestra fe está fundada sobre la sólida Roca, o bien si ha ido, poco a poco, encontrando sus puntales en opiniones de manufactura humana. Pero nosotros, a veces, no lo sabemos. ¿Hemos puesto al hombre donde sólo Dios tiene que estar? (L.B.)

C-1 (jueves)
Jer. 30:7 "¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado."

En nuestra vida diaria debiera manifestarse más de Cristo y de su gracia, y menos del yo. Vivimos en un período importante de la historia. El fin de todas las cosas está cerca; las arenas del tiempo se escurren rápidamente; pronto se oirá en el cielo: "Consumado es" "El que es santo, santifíquese todavía"; "y el que es inmundo, sea inmundo todavía" (Apoc. 21:5; 22:11)...

Como pueblo, limpiemos nuestras filas de la contaminación moral y de los pecados que agravian. Cuando el pecado hace avances sobre el pueblo que pretende elevar la norma moral de la justicia, ¿cómo podemos esperar que Dios manifieste su poder en nuestro favor y nos salve como si practicáramos la justicia?

Toda la sagacidad del mundo no podrá librarnos del terrible zarandeo, ni los esfuerzos que se hagan con altas autoridades quitarán de nosotros el castigo de Dios, precisamente porque hay pecados acariciados. Si como pueblo no nos mantenemos en la fe, si sólo abogamos con la pluma y con la voz en favor de los mandamientos de Dios pero no los guardamos, violando premeditadamente algunos de ellos, la debilidad y la ruina vendrán sobre nosotros. Esta es una obra que debemos realizar en todas nuestras iglesias. (Alza tus ojos, 8 diciembre, EGW)

Los acontecimientos relacionados con el fin del tiempo de gracia y la preparación para el tiempo de angustia han sido presentados con claridad. Pero hay miles de personas que comprenden estas importantes verdades de modo tan incompleto como si nunca hubiesen sido reveladas. Satanás procura arrebatar toda impresión que podría llevar a los hombres por el camino de la salvación, y el tiempo de angustia no los encontrará listos. (El Conflicto, p. 652, EGW)

C-2
Sería interesante pensar en el fin del tiempo de gracia en relación a estar vivos, a formar parte de los 144.000, pasar por el tiempo de angustia, para ver regresar al Señor sin pasar por la muerte. Es diferente de enseñar el fin del tiempo de gracia, en términos de "nuestro fin del tiempo de gracia", pensando en el día en que después de haber disfrutado de esta vida, el Señor nos lleve al descanso, pasándole la responsabilidad de "permanecer sin pecado, cuando cese la intercesión de Cristo" a otro, y de esta egoísta manera, no vindicar a Dios y su Ley jamás, retrasando así su retorno por más tiempo. (DA)

La "bienaventurada esperanza" que sostuvo a los pioneros adventistas fue la de ver a Jesús personalmente en su retorno, y ser trasladados sin ver la muerte. El mensaje de 1888 reavivó esta esperanza de traslación. A.T. Jones citó la declaración que encontramos en Joyas de los Testimonios, tomo I, p. 187: "Los que resisten en cada punto, que soportan cada prueba y vencen, a cualquier precio que sea, han escuchado el consejo del Testigo fiel y recibirán la lluvia tardía, y estarán preparados para la traslación". Por si no pareciese suficiente:

"Hermanos, es aquí donde estamos. Actuemos en consecuencia. Demos gracias al Señor porque se relaciona todavía con nosotros, para salvarnos de nuestros errores y peligros, para guardarnos de los caminos equivocados, y para derramar sobre nosotros la lluvia tardía, a fin de que podamos ser trasladados. Eso es lo que el mensaje significa para mí y para vosotros: traslación" (General Conference Bulletin, 1893, p. 185).

Pocos días después volvió al mismo tema:

"Hermanos, ¿no es de gran ánimo el pensamiento de que... la lluvia tardía va a preparar para la traslación? Ahora, ¿dónde debe ser derramada la lluvia tardía, y cuándo? Ahora es el tiempo para la lluvia tardía, ¿y cuándo es el tiempo para el fuerte pregón? [Voz: ‘Ahora’] ¿Para qué va a prepararnos? [Voz: ‘Para la traslación’]. Me anima mucho considerar que las pruebas que el Señor nos está dando ahora son para prepararnos para la traslación. Y cuando viene y nos habla a ti y a mí, es porque quiere trasladarnos, pero no puede trasladar el pecado, evidentemente. Por lo tanto, su único propósito al mostrarnos las dimensiones del pecado es poder salvarnos de él y trasladarnos. ¿Nos desanimaremos, pues, cuando él nos manifiesta nuestros pecados? No; agradezcámosle que él nos quiera trasladar, y él quiere hacerlo hasta el punto que quiere alejar nuestros pecados del camino lo antes posible" (Id., p. 205). (Recopilación de R .J. Wieland)

(Selección, D.A.)